martes, 17 de marzo de 2015

Carta abierta a la Reina Máxima, de los Países Bajos



16 de marzo de 2015


Carta abierta a la Reina Máxima, de los Países Bajos:

Señora mía, le doy gracias a Dios, que usted es Argentina de nacimiento, pues me ahorrara muchos problemas el que no tengan que traducirle esta misiva. Que por cierto no será muy extensa.

El país que usted representa, dignamente, junto con su esposo, se ha destacado en los últimos años, por su crecimiento y desarrollo sustentable. Es reconocida mundialmente la capacidad que tienen en la resolución de problemas. Con poco, han hecho mucho. Y ahora, su nación, por su experiencia es una de las más requeridas por aquellas que están en vías de desarrollo. 

Yo, al igual que usted, nací en este lado del mundo. Soy orgullosamente latinoamericano. Para más señas, del hermoso país que es México. 

Hace siete años escribí un libro en donde narro un fraude en la subasta de una línea aérea mexicana: Consorcio Aeroméxico. 

A través de una trampa, mediante la firma de un contrato por la compra de derechos, me ha secuestrado mi obra, otra línea aérea, LAN, de Chile. No se respetó ninguna de las cláusulas del contrato firmado. Obvio es decir que hasta el momento no se me ha pagado un centavo. Por más esfuerzos que hemos hecho, mi mujer y yo, se niegan a resolver esta situación conflictiva que ha invadido mi hogar. 

Esto no debiera sobrepasar el lado judicial por su incumplimiento, pero lo han llevado a un grado tal, que lo que quieren es aniquilarnos. Y le voy a decir porqué: tienen miedo, pues todo este desbarajuste es una simulación para ocultar males que son materia de repudio general e ingreso en una institución donde profesionales intenten devolverles algo de lo que ya perdieron: la razón.

Estas personas se escudan en su ropaje, para disfrazar la verdadera personalidad que les acompaña. Usted comprenderá muy bien el porqué, de mis palabras, después del párrafo siguiente.

He visto varias veces el video de su boda y cuando comenzaron a tocar la bella pieza del gran Piazzolla, Adiós Nonino, se puede leer en su rostro las mismas letras que le escribo. En solo cuatro minutos usted le da al mundo su explicación, en silencio, de lo que ha sufrido para llegar al puesto que dignamente representa. Se puede observar, el profundo amor que siente por su esposo, pero tan bien es posible sentir el dolor que la música ocasiona. No era nostalgia. Pienso que era frustración por no poder gritar, la razón de su molestia.

Como yo no tengo un video, le mando mis letras. Espero que sea claro quién es la culpable de tanta angustia en la vida de mi mujer y la mía.


Soltad       

Soltad el vaso reina mía, que
el exceso de soberbia es tontería;
el remordimiento no se desintegra
ni la sombra se borra al medio día.

Devolved la libertad mi soberana
a quien no tiene culpa y si castigo,
posponer es un lenguaje que apresa
las olas con la red del sin sentido.

Soltadlo pues, señora respetable,
porque no son los pocos gramos de un vaso
medio lleno lo que pesa, sino el brazo
sujetando tanto tiempo la condena.


Le agradezco su atención y quedo a sus órdenes, para cualquier aclaración que estime conveniente.

Atentamente
Francisco Alberto Servin de Alba
Salvador, Bahía, Brasil





miércoles, 11 de marzo de 2015

Solo Dios.






Solo Dios.

Leo con estupor, una noticia recién salida en los diarios españoles: El Tribunal Supremo rechaza la demanda de paternidad contra Don Juan Carlos. La decisión fue tajante, pues el resultado de la votación fue de siete contra tres. 

La persona que pidió la prueba del ADN, fue la señora Ingrif Jeanne Sartiau, de nacionalidad belga. 

Anteriormente, el mismo tribunal desestimó otra demanda presentada por el catalán Alberto Solá, que asegura ser el primogénito de Don Juan Carlos.

Y me pregunto, ¿Cuantos problemas deben de pasar esas personas, que necesitan acudir ante la alta institución de justicia, para exigir el derecho de conocer la verdad? ¿Cuál es en el fondo lo que les mueve?

Me imagino que los trámites judiciales deben ser muy lentos e implican costos muy elevados, no tan solo en el aspecto económico, sino en lo moral y en lo emotivo. Una persona que se atreve a un reclamo de esta naturaleza, sabe bien lo que encontrará en su camino.

No pienso que sea el ganar quince minutos de fama lo que impulse a un simple mortal, a dejar la tranquilidad del anonimato, para siempre. Debe de existir algo más allá, de lo que nos permite hacer valoraciones a la ligera.

Descarto que sea por dinero. Es bien sabido que Don Juan Carlos, fue bendecido con el don de la simpatía y no con el de la multiplicación. Es más, antes de abdicar, se publicaron los presupuestos y gastos de la familia real. Y la verdad, son modestos, para toda la parafernalia que se requiere, en esos ambientes. 

Entonces, ¿Qué es lo que llevó, a estas dos personas a exponerse a todo tipo de mal trato? 

Pienso que los tres ministros que le dieron la razón a la señora Ingrif, consideraron esa valentía como parte del argumento expuesto. Bien sabemos que en este tipo de alegatos se abre la intimidad familiar y no debe ser fácil, referir pasajes de la vida de una madre que guardo un secreto por décadas.

Entiendo la parte del Tribunal, que es obvio, cuidó del monarca. ¿Pero de verdad vale tanto una imagen, como para agredir al Derecho, arrojando la ética al bote de basura? Un copo de algodón, no significa una sentencia. 

En este siglo, en que la tecnología abre los cofres y las conciencias, la historia no se puede ocultar,  más, en esos muros gruesos de la arrogancia. 

¿Por qué temer al resultado? ¿No sería bueno que las monarquías demostraran que son de carne y hueso?

Los seres humanos, les recuerdo a Don Juan Carlos y a los siete magistrados, que también lo son, tenemos miedo a la justicia divina. Que no es otra cosa, que las cuentas que se tienen que cuadrar con el destino.

Ya pasó el tiempo de los abuelos, en que solo Dios sabe, era la respuesta predilecta. La sociedad requiere de información verdadera, digna de los actuales tiempos.

El mundo vive una crisis de impunidad y la estamos heredando, sin decoro, a los que decimos amar. Y gran parte de esta ruina moral tiene su origen en los hombres del poder. 

Por lo tanto, tiene usted, enfrente, Don Juan Carlos, un regalo de la vida. Será el primero en demostrar que el cinismo no es la doctrina a seguir. Convierta un pedazo de algodón, en un rasgo de leyenda. Hágase la prueba y deje constancia que está en paz con Dios, porque en su caso, ya se ve, es el único que lo puede juzgar.


martes, 10 de marzo de 2015

Carta abierta al Rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos.




9 de marzo de 2015


Carta abierta al Rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos.

Don Guillermo, leí una nota en los diarios, y me causo una impresión tal, que me di la licencia de mandarle estas líneas. 

Que su país rente celdas porque le sobran, es algo inusitado en estos tiempos. Eso habla muy bien de una nación que ha tenido que luchar en contra de la misma naturaleza. No me queda claro la cuestión jurídica de cómo se puede constituir un pacto de esta especie, pero sin duda es un adelanto que hay que aplaudir. He sido siempre partidario de copiar lo bueno y desechar lo malo. Ahí está la verdadera globalización que los integrantes de este planeta necesitan. Se supone que deseamos un mundo mejor, para todos. Y en lo que vivimos, pareciera que buscamos lo contrario. 

Ese modelo que descubre la noticia a la que me refiero, debiera darse en todo el orbe. Indica el avance político-cultural de un país y muestra los resultados en el trabajo social con los reos, el cual evita la reincidencia.
    
Por desgracia no es así en muchas partes del mundo, las prisiones vienen a ocupar el lugar de veraneo para aquellos que pueden pagar las cuotas de corrupción que es conocido se exigen. En cambio, los que no tienen esa posibilidad, terminan conociendo el mismo purgatorio en plena luz de vida. 

En estos lugares, se fugó, el propósito de rehabilitar a las personas que le fallaron a la sociedad. Y se castiga doblemente a la misma. Primero, por no usar adecuadamente el presupuesto asignado para el tema y después, devolviendo a la circulación a individuos mayormente resentidos y con enseñanzas dignas de los planteles en que se han convertido burdamente esos lugares de reclusión.

Por eso, leer acontecimientos como el descrito, causa esperanza en alguien como yo, que cree firmemente que la tierra tiene posibilidad de salvarse.

Antes de despedirme, le pido un favor. Hágame saber con quién debo entrar en comunicación, pues existen posibles moradores para sus "viviendas" en renta. Y no me lo va a creer, pero en este  caso, serían más de las 240 plazas que le están rentando a Noruega. Porque tal vez no lo sepa, pero han sido más, de ese número, las persona que nos han atormentado a mi mujer y a este servidor, durante casi siete años y todo por querer ocultar sus fechorías. Disculpe su majestad, seguramente se preguntará de que le estoy hablando. Es muy sencillo de explicar.

Un grupo de personas sin escrúpulos, desde el año 2008, nos han causado mucho dolor y problemas bajo el pretexto de un libro que escribí en donde desvelo un fraude en la compra de una línea aérea. Puedo asegurarle que es un motivo baladí.

Durante este tiempo hemos entendido que tan solo es una simulación, para cubrir delitos que se llevaron a cabo, años antes de que yo escribiera mi texto. Malversaciones que dejan en claro la calidad moral de los individuos a que me refiero. Me imagino que la interrogación llegara otra vez a su mente: ¿Y yo que tengo que ver? Por desgracia, más de lo que se imagina, pues algunos de esos elementos son cercanos a usted. Muy cercanos diría yo. 

Ellos saben bien, el nivel de los delitos que han venido cometiendo. A tal grado que ya mueven a los demas reinos, buscando apoyos que vendrian como resultados de mentiras, porque si las monarquías se enteraran de la verdad, terminarían repudiados por la manera artera de actuar.

Quedo a sus ordenes para cualquier aclaración que usted considere pertinente.

Agradezco su tiempo y le vuelvo a felicitar. Ojalá que, el ejemplo de las prisiones, sea imitado por muchos gobiernos de este planeta.

Atentamente
Francisco Alberto Servin de Alba
Salvador, Bahia, Brasil.