25 de mayo de 2015
Carta abierta
Sr. Ricardo Lewandowski
Ministro Presidente, del Supremo Tribunal Federal.
Sr. Augusto Nardes
Ministro Presidente, del Tribunal de
Cuentas de la Unión.
Sr. Sergio Moro
Juez Federal.
Señores:
Estoy consciente que ustedes están
al tanto de lo que nos ha tocado vivir en este periodo. Hemos cumplido ya, seis
años con nueve meses y doce días, en una resolución que tomó el foro de
bribones que amurallan la corrupción. Nuestro pecado fue haber escrito un libro
en donde se abre de par en par, la manera de timar a los pueblos en el mundo.
Obvio es decir, que son los mismos de siempre que se sirven de funcionarios de
aquí, de allá y de acullá. Personas todo poderosas que infunden miedo a quien
tiene cosas que esconder. De eso se nutren, de la maldad humana. Y desde sus
alcantarillas, doradas desde luego, en donde cohabitan estos demonios, planean
el próximo juego. Se divierten con sus golpes económicos, pues saben que nadie
les molestará. Tienen en sus manos a empleados de todos los niveles, desde los más
humildes, hasta los más ilustres. Se recrean, de una manera perversa, como si
la humanidad les debiera su presencia.
Son los inventores del silencio. Los que
trastocan la realidad con su amplio repertorio. Gente mendaz, que convierten un
regalo, en algo, de alto riesgo.
Estos corsarios que dejaron la mar, para
navegar en los sistemas de alta tecnología, sacan ventaja de todas las formas
posibles. La ilegalidad en ellos, hace las veces de inteligencia. Por ello su dispositivo
favorito es el tiempo; a través de él, no solo evitan las consecuencias de sus
actos, sino que desgastan la paciencia de quien busca la justicia. La crueldad utilizada,
en su estrategia, pretende que uno renuncie a la esperanza.
Su abanico de influencias, es más voluminoso
que el Digesto de Justiniano. Y hacen de la norma, letra muerta. Por lo tanto,
dictan la orden del día (mediante el fax correspondiente). El mandato indica: a
quien desorientar; con quien hay que ensañarse, pero sobre todo, el grado de
burla que hay que cumplimentar. La misión es marchitar la existencia de quien
se atrevió a denunciar. En el escarmiento, estampan su firma.
Y en ese teatro de lo absurdo, el Banco
do Brasil, nos ha retenido, en un acto ilegal, por más de tres años, la entrega
de un dinero ganado honestamente en otros trabajos que realicé.
Se me secuestra el producto de mi
esfuerzo, en un país que se jacta de combatir el trabajo esclavo. En una nación
que se dice democrática y hace el esfuerzo por limpiar un pasado indecoroso.
En un acto, digno del surrealismo, he
pedido un préstamo por cinco mil reales, a ese mismo banco, para sobrevivir; cuando
la cantidad obstaculizada, es mil veces mayor. ¿Alguna razón en especial? ¿Quién
es el poderoso que da esta orden? ¿Quién es el trastornado que la cumple?
Nuestra paciencia se confundió con
estupidez. Nuestra cordura no es necesidad de aceptación, sino raíz de buenas costumbres, pero todo
tiene un límite, ¿No lo creen ustedes?
No hay que olvidar las palabras del gran
jurista Ruy Barbosa: A força do direito deve superar o direito da força.
Atentamente
Francisco Alberto Servin de Alba.