25 de febrero de
2015
El tiempo gira.
Leo una nota del
diario O globo, de Sao Paulo, aquí en Brasil, informando que en la tarde de
anteayer, día 23, el ex ministro de Hacienda, Guido Mantega, fue repudiado por
algunas personas en la cafetería del Hospital Albert Einstein. La institución,
que preside el Dr. Claudio Luiz Lottenberg , es junto con el Hospital
Sirio-Libanés, de lo más prestigiado que existe.
El hospital
publicó, un comunicado, en donde no se hacía responsable del acto en cuestión.
Y rechazaba el trato dispensado al prominente político, que acompañaba a su
mujer a un tratamiento. Adicionando que la institución está al servicio de
cualquier persona que lo desee y que no se le negará, a nadie, la atención
requerida.
Hasta aquí, todo
muy bien.
Por un lado, las
personas que reaccionaron de esa manera, sus razones tendrán. No me imagino a
un ciudadano enviando una carta al político, demostrando su inconformidad; probablemente, ni llegaría a sus manos.
En otro canto del
mismo asunto, el sanatorio argumenta que su calidad está probada.
Voy a contar la
experiencia que tuvimos que pasar, mi mujer y yo, tanto con el político
mencionado, como con el famoso nosocomio.
Resulta que el
Ministerio de Educación y Cultura de Brasil, me debe, desde el mes de mayo del
año 2009, los honorarios por la venta de unos textos, para la edición de mi
libro El Ritual del Silencio (poesías), que serviría a los niños de enseñanza
básica. Tenemos seis años tratando de cobrar y quien cree que ha sido, hasta el
pasado mes de diciembre que dejó el puesto, la persona que evitó se nos pagara?
Ya lo adivinó usted. NOS DEBEN Y NO EXISTE
UNA EXPLICACIÓN, VÁLIDA, HASTA HOY.
Por parte de la
reconocida organización médica, tengo que desmentirla públicamente. Podemos
demostrar qué, de lo que presumen, carecen. El mismo presidente, Dr. Claudio
Luiz Lottenberg, fue el actor principal en los actos bochornosos de los que
fuimos víctimas. Al grado tal, que se interpuso una queja al Consejo de Ética
Médica (del cual no tenemos respuesta, hasta hoy). TENIENDO PAGADO
UN TRATAMIIENTO, NO SE NOS ATENDIÓ, Y NI SIQUIERA SE NOS HA DADO UNA
EXPLICACIÓN, HASTA EL MOMENTO.
Eso ocurrió,
también, con el Hospital Sirio-Libanés. Al parecer una mano pagó el servicio y
la otra evitó que se cumpliera. Y el personal médico, haciendo a un lado el
juramento hipocrático, prefirió quedar bien con los poderosos que nos han
atacado desde hace seis años y medio.
Otra cosa más
grave, fue el manejo del expediente médico de mi mujer, en donde constan pruebas
genéticas que son privadas y se filtraron a ciertos medios de comunicación.
Así que no me
vengan ahora con una demostración, falaz, de lo que es un servicio de
excelencia.
Esto es, otro capítulo
que se incorpora a la extensa lista de atropellos que hemos sufrido a nuestros
derechos más elementales, durante largos años.
Por eso el título
del escrito.
Los hombres del
poder, se olvidan que el tiempo es más flexible de lo que imaginan. Y al final,
gira en contra de quienes, tontamente, pensaron en quebrarlo.
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