6 de enero de 2015
Queridos Reyes Magos:
Me Atrevo a escribirles (entendiendo que por
la fecha es difícil que puedan leer mi carta el día de hoy), porqué aún tengo
la ilusión de un niño que suma seis décadas y se resiste a creer que el mundo
es tan cruel como lo percibe.
Sé que ustedes saben todo, así que no voy a
entrar en detalles. Pero les quiero pedir me respondan algunas preguntas que a
través del tiempo no he podido resolver.
Como recuerdan, hace siete años escribí un
libro titulado Sin Pase de Abordar (la parte oscura en la venta de Aeroméxico).
Desde entonces pude comprender el verdadero significado de muchas cosas que
pensaba conocía. Por ejemplo, he podido vivir la maldad en extensión.
Lo que no logro entender, es la simpleza en el
actuar del ser humano.
Aquel que miente y no piensa que es él, la
primera persona engañada, pues con eso no se llena el vacío de su existencia.
De aquel que vende su tranquilidad, y los
sueños de los suyos, por un plato de ambición aderezado.
De aquellos que no han aprendido, a pesar de
la experiencia, que entre valor y precio existe diferencia.
Por eso te pregunto, mi querido Melchor, qué
es lo que mueve al hombre para buscar la calidad de malo?
A ti Gaspar, quiero molestarte con la
siguiente duda: por qué, el ser humano que ha probado tener inteligencia, sigue
cometiendo los mismos errores que sus antepasados cometieron?
Por último, mi recordado Baltazar, por favor explícame,
por qué ustedes ofrendaron riqueza en un pesebre? Pues desde que entiendo el
mundo de los adultos, hace muchos lustros ya, en la sociedad tenemos otros
códigos?
Eso es todo lo que les pido. Aunque, me queda
un pendiente para los tres.
Estoy seguro que por su prestigio tienen
influencia en los círculos de poder. Denme una mano, se los agradeceré lo que
me reste de vida.
Hagan llegar este mensaje a las personas de mi
país, México, que me traicionaron cuando pedía que mi libro se publicara. Al
igual que yo, ustedes saben a quienes me refiero.
A las autoridades más altas de Brasil. Que se
han ensañado con dos extranjeros que respetan su país y han dejado el nombre de
su patria en alto.
A nuestros deudores, que nos han hecho pasar
un calvario, para que aceptemos sus condiciones sin derecho a protestar.
A todos los cercanos que vendieron a lo más
querido, su familia.
Y para finalizar, a los que piensan que el
poder es eterno y que la mentira no caduca.
Ahora sí, mis respetados Reyes Magos. Ojalá
cuando terminen de leer esta, ya sus pies estén deshinchados.
Los abraza, Francisco.